Si algo hemos aprendido es que ganar más dinero impulsar tu negocio en internet no es tan fácil como creíamos. Ya no estamos en el año 2000, hoy millones de personas reciben miles de impactos a diario en sus pantallas y el mercado se ha vuelto más exquisito que nunca; el listón está por las nubes.

Si te pregunto qué quieres conseguir con tu web, es posible que me respondas algo parecido a lo que contestan mis clientes.

Quiero que vean lo que hago.

Quiero que más gente conozca lo que ofrezco.

Quiero que refleje nuestra personalidad para sentirme representado.

Quiero generar autoridad.

Quiero tener más visitas.

Quiero ayudar a más personas.

Quiero tener las mismas (o más) oportunidades que mi competencia.

Los más aplicados dicen algo así…

Quiero que me contacten y darles más información.

Quiero que me pidan presupuestos.

Amor cuando quieren decir s-e-x-0 (así es) porque lo que tienes es un negocio, y para que lo siga siendo necesitas ventas.

Tú no pagas lo que cuesta una web por amor al arte.

Lo haces porque quieres ser la única opción en la mente de tus clientes.

Quieres convencerles de tu producto (o servicio).

Quieres hacerles sentir que están en (muy) buena compañía.

Quieres ayudarles.

Y quieres que todo esto tenga una estrecha relación con la salud de tu cuenta bancaria.

Para que una web sea efectiva es obligatorio tener el objetivo de la venta en mente desde el principio.

Y aquí es donde pinchan la mayoría de las webs que no funcionan; dan puntadas sin hilo.

Es posible que hayas leído este dato antes.

Tener una web estética es importante, pero ni de lejos lo es todo.

Esta web te puede parecer fea o bonita, al final es cuestión de gustos estéticos y eso está bien. Menudo mundo nos quedaría si a todos nos gustase lo mismo.

Sin embargo, si quien llega a tu web siente que lo que cuentas no tiene nada que ver con sus necesidades o problemas, y no entiende qué hay que hacer, se marcha sin más.

⇒ Escenario 1

Te cruzas con un pibón magnético, que te habla mientras clava sus ojos en los tuyos; no le puedes quitar la vista de encima.

⇒ Escenario 2

Te cruzas con un orco observando su ombligo que te escupe mientras habla; te dan más ganas de salir corriendo (sin mirar atrás) que de hacer cualquier otra cosa.

Si entras en el escenario 2…

Te da igual si eres buena gente, si tienes algo atractivo que ofrecer o si tu historia personal es increíblemente inspiradora.

Todo el interés se esfuma.

Cuando alguien descubre tu negocio en internet, ocurre exactamente lo mismo…

Si tu web tiene mala pinta o buena, pero huele a rancio porque el mensaje equivale al «Yo, he venido a hablar de mi libro» que dijo Paco Umbral, todo se irá al garete.

Da igual el posicionamiento en Google que hagas, las visitas que lleguen por tu publicidad, que si no tienes una estrategia persuasiva y haces deseable tu producto (o servicio), olvídate. Es fácil que te lo comas.

Dice Jeffrey Zeldman, gran referente mundial en diseño web, que diseño sin contenido es decoración.

¿Te imaginas que los cimientos de tu casa son un cuadro, el color de las paredes o los muebles con los que tienes decorado el salón?

He visto cientos de webs mal planteadas, así que este error, al que te invito (de momento), es para asegurarme de que la tuya no es una de ellas.

Si quieres saber qué hacer para mejorar tu web, apúntate ahora (mañana puede ser tarde) y descubre el error imperdonable que repiten una y otra vez todas las webs que apenas venden.

Es simple, sutil y (si lo evitas) altamente rentable.

Te va a encantar.